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Editorial: Las detenciones contra Anonymous
Se abre debate sobre si Anonymous es un grupo de Activistas Sociales o Hackers
Las protestas sociales nunca serán consideradas legales

Bogotá D.C., febrero 29 de 2012. Nota del Editor. Las detenciones casi simultaneas, de presuntos miembros del grupo de Ciberactivistas Anonymous en España, Chile, Argentina y Colombia, sumadas a las que ocurrieron en Junio del año pasado también en España, y luego en Turquía, en medio de un gran debate internacional sobre el concepto de libertad en Internet que ha enfrentado a los defensores del Copyright y a los que propenden por el Copyleft, pone sobre el tapete la discusión de si el colectivo de Ciberactivistas es realmente un grupo de Activistas Sociales en Internet, de la talla de otros movimientos ciudadanos tan importantes como La Primavera Árabe, la Primavera Estudiantil o los Indignados y Occupy, con los cuales han cerrado filas en varias ocasiones o, como lo pretenden ver algunos, se trata de un grupo de ciberterroristas, hackers o delincuentes.



Un hombre de baja estatura y mirada brillante y tozuda llegó un 14 de mayo a Jamaica, a bordo del buque La Decouverte, acorralado pero no vencido, consignaría las palabras que su rebelde corazón le dictaban en un manuscrito que pasaría a la historia como “Carta de Jamaica”, donde expondría su visión particular y febrilmente genial de lo que debía ser América. Ese hombre era un delincuente para el gobierno español, un “terrorista”, en los términos actualmente empleados… Su nombre era Simón Bolívar.

Un 15 de diciembre un hombre publicaba un texto que había traducido directamente del francés, empuñando con firmeza una pluma que se movía certera como un florete bajo la luz cancina de las velas. El texto que publicó fue considerado como un peligro para la seguridad del Estado español y le acarrearía la prisión y el exilio como reo de alta traición. Su nombre era Antonio Nariño, y el documento subversivo que publicó era la «Declaración de los Derechos del Hombre»

Un hombre de frente ancha como su corazón, lideró la que se llamaría Revolución del 5 de septiembre. Su espíritu inconforme le conduciría al arresto y a un exilio en Mendoza. Su nombre era Juan Martínez de Rozas, prócer de la Independencia chilena.

Un nueve de Julio, en la ciudad argentina de San Miguel de Tucumán, un grupo de hombres firmaron un documento que decía: “Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, (…).”, lo que era, claramente y a las luces del gobierno español, un acto de traición y sublevación. Eran los ciudadanos reunidos en el Congreso de las Provincias Unidas en Sudamérica y el documento que firmaron era el Acta de Independencia de Argentina.

Otros hombres y mujeres a lo largo y ancho del planeta fueron considerados en su momento criminales, sediciosos, y traidores ante las leyes vigentes, hombres como Thomas Jefferson, Nelson Mandela o Mahatma Gandhi.

La historia ha enseñado que la diferencia entre criminales o libertarios esta en el ojo del que la ve, en quien escribe las leyes o en quien detenta el poder, por eso se puede decir que todas las reivindicaciones sociales son ilegales en un contexto histórico determinado. Igual se demuestra observando lo contrario: Augusto Pinochet fue un gobernante respetado hasta que fue juzgado por crímenes de lesa humanidad al caer su régimen, por ejemplo.

Por eso, en el contexto social e histórico que vive el mundo actualmente, en estos convulsionados inicios del Siglo XXI, es, aunque suene a herejía, muy difícil determinar si el Colectivo de Ciberactivistas Anonymous es o no un grupo de criminales o hasta “terroristas”, como los han llamado, o un grupo de “Indignados” virtuales que no dudan en desplegar sus osadas acciones de protesta contra los gobiernos a los que consideran símbolos de opresión.

Los manifiestos y las acciones del Colectivo Anonymous, no dejan duda que se trata de un movimiento social de características nuevas que se opone, en franco disenso, a las ideologías políticas y económicas actualmente imperantes en la mayoría de Estados del mundo.

Al igual que los revolucionarios de tiempos pretéritos, hacen vehementes e incendiarios llamados a una “Revolución Mundial”, contra el capitalismo, la opresión de los gobiernos o los latrocinios de las grandes corporaciones transnacionales, su ideario puede clasificarse dentro del ámbito de lo político cuando atacan los sitios Web de los gobiernos, entonces dictatoriales, de Egipto, Yemen o Siria. Se trata de discursos de alto contenido de crítica social y política cuando amenazan con denunciar a los funcionarios y políticos corruptos que colaboran con los Zetas en México, o cuando hackean el perfil de Twitter de la prófuga ex directora del DAS María del Pilar Hurtado, acusada por la justicia colombiana de varios delitos relacionados con las denominadas “Chuzadas del DAS”, o cuando atacan las páginas Web del FBI, la CIA, o las de gobiernos que apoyan las leyes de protección a los Derechos de Autor en Internet, por considerarlas manifestaciones de censura y opresión por parte de esos gobiernos.

O cuando se lanzan contra los sitios Web de empresas multinacionales a las que acusan de actos contra el medio ambiente o de desafiante monopolio.

Si se observan y analizan todos y cada uno de los “Ataques” de Anonymous a lo largo del mundo, se evidencian tres denominadores comunes: Se dirigen en protesta contra situaciones consideradas como de injusticia y opresión, son pacíficas y se rodean de razones de crítica social y política.

Si se observan las cosas desde esa perspectiva se puede concluir que Anonymous es un Colectivo de Ciberactivistas sociales y que por sus ideas y acciones antigubernamentales son perseguidos políticos y, yendo mucho más allá, se puede concluir que los detenidos, (Muchos puestos ya en libertad), son presos políticos, como lo fue en su momento Mandela o Nariño, guardando las proporciones pero manteniendo el ejemplo conceptual.

Del otro lado, de la perspectiva de quienes los consideran delincuentes, se observa que sí han cometido delitos, delitos informáticos al atacar sitios Web y vulnerar su seguridad o al divulgar información privada o incluso secreta, por lo que la OTAN, se refirió una vez a ellos como riesgosos para la seguridad de sus estados miembros lo que los convertiría en “objetivos militares” como Al Qaeda.

Pero se observa, siendo ecuánimes, que las motivaciones para incurrir en esos delitos son de orden político, no contienen ánimo de lucro indebido como si ocurre con los Hackers que atacan los sitios Web para hurtar las claves bancarias, por ejemplo.

Ahora bien, si analizamos jurídicamente los delitos cometidos por Anonymous, veremos cómo estos son el medio que utilizan para llevar a cabo su protesta y su “lucha” ideológica contra el Statu Quo imperante.

En países tan polarizados como Colombia, esa afirmación en sí, ya es casi un crimen por cuanto puede ser vista como una justificación a grupos armados revolucionarios como la guerrilla que se ha ganado el descredito y la animadversión de gran parte de la ciudadanía por incurrir en delitos atroces como el secuestro, el terrorismo y otros crímenes más, pero, siendo objetivos, en el caso de Anonymous, no hay un solo acto violento del que se les pueda sindicar y, después de todo, el tema del “Delito Político”, es algo muy subjetivo. El tratadista de Derecho Penal Francesco Carrara, para dar un buen ejemplo de lo dicho, creyó que siendo el delito político fruto de la necesidad y de la excepción, es un fenómeno que se sitúa fuera del campo de la normatividad, por cuanto los gobiernos, tradicionales legisladores, persiguen jurídicamente algunas conductas que son consideradas “peligrosas” o “inadecuadas” para los intereses propios de ese gobierno en un momento histórico.

En otras palabras, los gobiernos elevan a la categoría de delito toda conducta que pueda ir en contra de sus propios intereses o su propia existencia.

Algo lógico, ¿Acaso podía esperarse que Hosni Mubarak premiara con una palmadita en la espalda a los manifestantes que pedían su renuncia en Tahrir?

Un ejemplo, tal vez un poco ramplón, de lo que significa el concepto de delito político lo encontramos en Roma, donde eran duramente castigadas conductas como decapitar, vender o quemar la estatua del emperador, faltar el respeto a las imágenes imperiales, negarse a jurar por el genio del César o modelar estatua de mayor altura que las dedicadas a él.

El debate es muy complicado y puede tornarse airado, pero vale la pena darlo por cuanto obedece a sucesos históricos que se dan dentro de un marco de gran inconformismo social y ánimos tozudos que buscan lograr un cambio y una renovación en los Estados, los gobiernos y los sistemas políticos y económicos que, en forma multitudinaria, se manifiestan en todo el mundo y que no pueden invisibilizarse.

Jurídicamente y en forma fría, el dilema podría plantearse así: Quien roba un coche para asaltar un banco y lucrarse con el botín, es un delincuente común, el que mata a civiles con una bomba así tenga motivaciones políticas o religiosas, es un terrorista, pero el que vulnera derechos como la propiedad privada con un fin altruista, como el caso reciente de la actriz Lucy Lawless arrestada en medio de una protesta ambientalista de Greenpeace, no puede ser clasificado de igual forma que el delincuente común o el terrorista.

Jaime Edward Ospina Guzmán,
Director Ejecutivo ACCION 13



@OspinaACCION13

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